Loca

Cuando cerró la puerta de su casa se dió cuenta de que estaba loca, loca de atar. Habia alargado su hora de llegada a casa para verle, después de dar un rodeo tremendo, se había presentado en su casa sin previo aviso. Seguía queriendo estar con él, aunque él ya le había advertido que no quería volver a verla. El rechazo era la peor sensación en ese momento. Le quería como se quiere en el cine, sin medida y entendía que eso a él le desbordaba. Le quería con un amor irracional, de una forma adolescente y consentida, como si le faltara algo sin él. Pero aquella noche, al cerrar la puerta de su casa comprendió por primera vez en varios años que aquella historia jamás existiría porque él ya hacía tiempo que había decidido que no funcionara. Entonces decidió quererle para siempre en silencio, en la distancia. Para siempre.