Conociendo a Lola (primera parte)
Casi todos los días la primera visión que tengo al llegar al trabajo es de Lola a través de una ventanita, es pura expresividad, aunque la vida y los años le han hecho aprender a contenerse, Lola dice lo que piensa y lo suelta tal cual, cuando tiene un día difícil se le hace más fácil cuando puede desahogarse. No es de fábula la vida de Lola, no ha tenido una infancia fácil y ni te cuento la adolescencia que le toco pasar con un bebé y la persona equivocada acompañándola en el camino. Pero esta vida ha hecho de ella una luchadora incansable, que se cae y se vuelve a levantar como sí nada, que lucha cada día por lo que es suyo y que pesé a todo esto siempre te hace reír. La imposibilidad de llorar que tiene últimamente creo que es debida a su mal de amores, no puede soltar ni una lágrima, por muchas ganas que tenga y mira que tiene, porque es que sí contará sí vida sentimental me daba para un libro, pero no puede llorar, con toda la pena del mundo y la tristeza que conlleva terminar una relación se va con su pena a otra parte y hace un chiste de la situación, sin sacar el pañuelo. Menos mal que se le pasan pronto y enseguida recupera la sonrisa y esos saltitos que da que parece una mezcla entre Maurico Colmenero y Chiquito, entonces es ella en estado puro, LOLA, con sus palabras amables para todos y esos pretendientes que le salen, no le falta ni un día alguien que le diga un piropo.
Lola tiene mucho que contar, confidencias, secretos, fracasos amorosos, locos, amigas, alcohol, vidas paralelas, brujas, persecuciones, acoso, guapos, trabajo, familia, mentiras, decepciones, da para un culebrón o para dos. Pero sobre todo, los que la conocen, saben que aunque tenga un mal día, Lola siempre puede hacerte reír a carcajadas.