Mi hada madrina

La primera llamada que tenido toda mi vida el día 15 de agosto ha sido la de mi madrina. "Felicidades cariño!!!! Ay! Cómo me acuerdo de el día que te bautizamos. Qué gracia tuvo el cura que te bautizó, así has salido de guapa!! Que te quiero y tenemos que salir a comprarte tu regalo, eres como mi hija. Tengo tu foto aquí delante y te miro todos los días, encomiendate a la virgen, cariño, que ella te cuidará siempre" 
Cada año la misma felicitación que me encantaba. Hoy es la primera vez, en 36 años que no me felicita, y, claro, he notado mucho su ausencia. Se que mañana se acordará o que cuando se lo diga pensará que es mañana o pasado. Ahora para ella los días son algo relativo, el tiempo no se corresponde con lo que entendemos por tiempo, igual es ahora que mañana, puede revivir lo mismo varias veces sin ningún problema.
Su mente, ya cansada de tantos años de entrega a los demás, de cuidar de todos y estar pendiente de cada cumpleaños, de cada fecha importante, de un trabajo de entrega incasable, ha decidido tomar un descanso y hacer lo que le viene en gana, así que recuerda lo que quiere o lo que puede, sus piernas fatigadas tampoco acompañan, pero ella sigue tan guapa como siempre, con esa alegría en la cara que refleja su estado interior.
Su casa siempre ha estado abierta a todos, la nevera llena de dulces caseros y de comida preparada. La piscina preparada para tomar un baño. Ha sido siempre tan acogedora y generosa que ahora las visitas a su casa son constantes, la preocupación de sus amigos por su salud y sus hijos desvividos por cuidarla.  
Aunque parece la misma y tiene el mismo ánimo, anda un poco "despistada", normal, después de una vida tan intensa en la que ha sido el alma de la familia Cuberos y el apoyo de todos. Eso cansa. 
La mejor amiga de mi madre, su hermana, mi tía, mi confidente muchas veces.
De pequeña mi madrina me recordaba a las hadas madrinas de los cuentos, siempre ha sido tan guapa como ellas y con más dulzura aún. Imaginaba que tenía algunos poderes o algo parecido. 
Ahora esos súper poderes se han marchado, o se han escondido, quizá se han gastado de tanto usarlos. Pero lo importante de esto es que yo se los recuerdo y ella está encantada de escucharlos. 
Así que ahora la llamaré para recordarle que es mi santo y me dirá todas las cosas que siempre me dice.  
Te quiero Maruja, mi madrina Maruja, mi hada madrina. 


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