Cada día
Prometí escribirte cada día y no lo cumplí.
Pero hoy prometo hacer un resumen de los días sin ti para poder empezar a olvidarte.
Tu ausencia duele. Duele ver la cama vacía al acostar y deshacer solo la mitad, quedando tu mitad intacta porque ya no estás.
Duele no ver tu cepillo de dientes y tus cosas por el baño, no tener un jabón que no te gusta cómo huele pero que es el que has aprendido a usar después de tantos años. No tener gomina, ni nadie a quien robarle las cuchillas.
La ausencia se nota en la compra, ya no tengo que pensar que quieres para cenar o que te gustaría encontrar en la nevera, pero es tan corta la lista, que me molesta hacerla.
Duele no tener que quejarme porque te dejas cosas tiradas por el suelo, o no tener miles de camisas por lavar.
No tener libros de autoayuda para todo tipo de males que acuse tu alma o tu mente. No tener una libreta preciosa sin empezar encima da estantería.
No tener a nadie que le reste importancia a todo lo que yo hago un mundo.
Y se marca tu ausencia en esta cama tan grande, esas siestas de verano, desvelarnos a deshora siendo tan cómplices, por no abrazarte cuando llega la noche y mirarte al dormir.
Duele en unas cosas más y en otras menos pero aún sabiendo que esto es lo mejor para los dos y que no hay vuelta atrás, estos meses me he dedicado a quererte más que a olvidarte, a extrañarte más que a hacer vida sin ti. Porque no he luchado por tu vuelta pero si he esperado una respuesta. Porque nos hemos querido tanto que no puedo olvidarlo en pocos meses. Y te sigo queriendo aún, eso nunca pasará, aunque quiera a otro, aunque estemos lejos. Nunca borraré mis sentimientos hacia ti.
A partir de mañana serán otras cartas, otros días, otras pérdidas.