Mi vecina Pilar
De mi vecina Pilar aprendí una cosa, a hacer unos lazos perfectos, para mis coletas en aquellos momentos y ahora para mi hija. Y se que tu pensarás, vaya idiotez lo que aprendiste de ella, pues no te creas, hace muchos años que murió, no se cuántos pero muchos, y cada vez que hago un lazo a Nuria, que no son pocos, y una coleta bien estirada me acuerdo de ella, eso tiene su mérito. Hay mucha gente que desaparece de tu vida y de la que no has aprendido nada, de ella me quedó esto. Por supuesto también tengo muchos recuerdos de Pilar, no lecciones de vida, ni nada de eso, pero sigue siendo una presencia que aparece de forma recurrente en mi recuerdo; siempre hemos pensado que desde que falleció se quedó con nosotros, de alguna forma que algunos conocen, movimientos de puertas, luces que se apagan, ruidos estraños, en fin cosas raras de las que siempre hemos acusado a Pilar. Fue una persona muy peculiar con una vida de película que coincidió en la puerta de al lado de mis padres y por lo tanto vivió muchos años junto a mi. Era como la presencia de mi abuela, puerta con puerta. Tenía una perrita, Carola, con muy mala leche y ella también tenía mala leche, la verdad, unos lazos estupendo y el rabo de toro fantástico pero mala leche para parar un tren. Venía todos los días a tomar café a casa cuando yo era una niña y contaba su vida, como había sido su juventud rodeada de la alta sociedad cordobesa y mi madre se quedaba boquiabierta, nos hacia mucha gracia. Se quedó viuda y le pasaba los billetes de mil pesetas cada mañana por la foto que tenía en la mesilla de noche del difunto, diciéndole "miraaaa ahora me gasto todo lo que quieroooo" porque el marido era más bien agarrado en el tema monetario, pero después de hacerle semejante desafío se pasaba el día asustada pensando que Claudio tomaría represalias desde la ultratumba, qué miedo tenía la pobre. Su vida fue digna de culebrón, dos maridos, embarazos escondidos, tres hijas a las que llamaba las tres leonas, a cada cual más guapa, eso sí, pero que vivían a miles de kilómetros de distancia y una vejez en el molinillo ejerciendo de vecina de los Cremades. Pilar, sus lazos, sus aventuras y desventuras, toda una historia.