Perder la cabeza

Sanar el alma no es fácil. No lo es. Pero necesito hacerlo. Quiero calma, silencio, quiero ilusión, necesidad, valor, ánimo , cariño, escuchar, dulzura.  (Emilia Anaya)

No puedo esperar una noche más para decirte que te quiero. Sé que no debería, pero te quiero, de que no es lo mejor, pero no puedo evitar quererte. Puedo demostrar que es el corazón lo que manda porque te quiero y no debería, si pensara un poco te olvidaría, pero no puedo dejar de quererte

Lo que más me gustaba de él era cuando me abrazaba, me acariciaba el pelo y me decía: tranquila, todo va a salir bien.  (Bea Yecla) 

Prometí escribirte cada día y no lo cumplí.  Pero hoy prometo hacer un resumen de los días sin ti para poder empezar a olvidarte. Tu ausencia duele. Duele ver la cama vacía al acostar y deshacer solo la mitad, quedando tu mitad intacta porque ya no estás.  Duele no ver tu cepillo de dientes y tus cosas por el baño, no tener un jabón que no te gusta cómo huele pero que es el que has aprendido a usar después de tantos años. No tener gomina, ni nadie a quien robarle las cuchillas.  La ausencia se nota en la compra, ya no tengo que pensar que quieres para cenar o que te gustaría encontrar en la nevera, pero es tan corta la lista, que me molesta hacerla.  Duele no tener que quejarme porque te dejas cosas tiradas por el suelo, o no tener miles de camisas por lavar.  No tener libros de autoayuda para todo tipo de males que acuse tu alma o tu mente. No tener una libreta preciosa sin empezar encima da estantería.  No tener a nadie que le reste importancia a todo lo ...

Le gusta hacerme reír, le gusta mirarme mientras me río y pone cara de felicidad. Tiene sentido del humor, es gracioso, tiene una bonita sonrisa y suele sonreír bastante. Pero después de mucho tiempo me di cuenta de que no se reía mucho, casi nunca, alguna carcajada fuerte en algún momento puntual pero no una risa constante. No es que no fuese alegre, lo era, pero no se reía. Y de pronto ha empezado a aparecer esa risa de vez en cuando, una risa fuerte y grande, normalmente relacionada con comentarios que implican alguna maldad y complicidad, llena el salón de casa, llena la habitación en la que está, le ilumina la cara  al completo y me encanta verla. A mi también me gusta mirarle cuando rie.        

No, por una vez en la vida y sin que sirva de precedente no eres tú, no eres tú quien decide, soy yo. Porque no es por ti, por lo que me haces o más bien por lo que me dejas de hacer,  es por mi. Te he mirado por primera vez con ojos de realidad, sin el filtro que le  pongo al mirarte. No es ti y tu falta de interés por, es por mí y mi continua obsesión por pensar que me necesitas, que necesitas mis regalos y mis atenciones.  No es por ti, por no tener nada bueno que decir sobre mí, solo críticas, es por mi, porque no me gusta no formar parte de tus prioridades. De verdad que no es una frase hecha, es que no es por ti, no quiero que me cuelgues, que me mandes a paseo, que me dejes de llamar, ya he pasado por ahí y no me gusta. Es por mi, porque recuerdo cuando me dejaste en la cuneta y no te importaron mis lagrimas y tuve que suplicar para volver a verte.  Si fuera por tí simplemente no existiríamos, seríamos tú y yo sin apodos cariñosos. Sin haber pasado p...

Voy adquiriendo cualidades a lo largo de mi vida, cualidades que se van perfeccionando hasta convertirse en virtudes, defectos que a veces se acentúan y a veces se liman. Caracterísicas que voy aprendiendo de los demás, en fin lo que viene siendo que voy evolucionando. Pero esta de la que voy a hablaros hoy no es defecto ni virtud, es más bien una característica física que se mezcla con otras cosas (despistes, olvidos, etc, etc) En los últimos meses ha aparecido en mi vida esta característica que no se muy bien como calificar, soy muy patosa, cada vez más, extremadamente patosa, vamos lo que decimos en Málaga, me caígo en lo mas llano. Este don de la "patosidad" no es nuevo, los que me conocéis desde pequeña sabeís que raro era el año en el que no me caía de la bici para hacerme una herida con una postilla que me llevaba meses curar. O bien rodaba por una escalera jugando al pollito inglés, o me hacía un esguince cuando saltaba en el sota, caballo, rayo. Todo se complicó cu...

Te espero sin querer esperarte, sin saber si vendrás, sin saber cual es el camino que tienes que recorrer, yo espero. Es una espera dulce porque no tengo prisa, no creo que el tiempo sea un impedimento en mi espera. Te espero aunque me prometa todos los días que no volveré a esperarte; Deberías darte cuenta de que soy todo lo que necesitas, deberías haber descubierto, en el primer momento en el que me viste que yo soy la persona que buscas. Pero tu no eres así, necesitas un tiempo para descubrirlo, y yo mientras espero, vivo y espero, no es una espera tormentosa, es más bien como de película, de comedia romántica, con música y velas. No quisiera, pero te espero y se que un día vendrás.

Me gustas desde el primer día que te vi, de eso hace ya muchísimos años.  Recuerdo tu forma de sentarte, tu manera de hablar en público, también una actuación con un grupo de teatro, me gustó. Claro que me gusta la forma en que nos hicimos amigos y las cosas que nos contábamos, me gusta muchísimo nuestra memoria de pez y saber que pasamos cosas juntos de las que no nos acordamos. Me gusta que conozcas a mi familia y sepas sus historias sin ponerles cara a algunos. Me encanta verte sonreír. Por supuesto me gusta el hombre en el que te has convertido. Por decir cosas que me gustan tendría muchas: tu cariño, la forma en la que me hablas, tu manera de describirme a la gente, la dulzura de tus gestos, tus tacos contundentes cuando hacen falta (véase la puta de oro) que he heredado sin querer, también me gustan tus líos y la forma en la habla la gente de ti, me gusta que te  quieran y que seas feliz. Y de las cosas que más me gustan del mundo son esas charlas en de sofá y terr...

El primer amor no se olvida nunca, pero nunca, tampoco el resto, pero es que ese primer amor, tan inocente, tan ingenuo, limpio y fascinante, ese no se puede borrar de la memoria. Podría recordar a que sabían esos besos en el ascensor a que olía su pelo y sobre todo recuerdo su tacto, las horas que pasamos juntos eran interminables. Yo se que el no me quería como yo al él, pero eso nunca me ha importado, los celos nunca han sido lo mío, si yo sabia que era inportante no me inportaba nada más, eso de andar midiendo cuanto me quieres no lo veo práctico. Pues ese amor me duró mucho, es más aún le quiero, de otra forma, claro está, pero le quiero, le agradezco su legado musical, enseñarme a besar, sus abrazos, su dulzura y su punto de locura. También le sigo agradeciendo que se fijara en mi de entre todas las que le perseguíamos, recuerdo sus silbidos y creo que recuerdo su olor, auque tengo que pensarlo bien. Es Fantastico ese amor infantil. Precioso