Las puertas de la Toscana


Hay puertas que tienen historia, otras que son llamativas, puertas grandes y pesadas, agunas diminutas, hay puertas de todos los colores, hay algunas metálicas, de madera y otras de hierro, pero todas las puertas, todas, abren algo o lo abrieron en su momento. Pues en la Toscana, como en otros sitios, hay muchísimas, la primera que me llamó la atención fue en la casa de Nicola y Anna, una puerta de madera inmensa, con grandes cerraduras, te recibe al llegar y tiene una gran historia; pertenecía a la madre de Anna, era la puerta de su casa pero en la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada y sólo quedó intacta esta puerta. La conservaron durante años en un sótano y cuando la Nonna se dio cuenta, la estaban usando como tabla para cortar la carne pero la limpiaron, la restauraron parcialmente, dejando que se observe la huella que el tiempo, las bombas y los cuchillos de carnicero habían dejado en ellas y la tiene en la entrada principal, dejando entrar cada día a su familia, amigos a su perro, Strudel y a cualquiera que quiera gozar de su hospitalidad. 
Después de esta puerta me he fijado otras que me he encontrado en mi camino, la puerta del Duomo di Santa María del Fiore, las de la joyerías del Ponte Vecchio, las puertas de la calle de principal de Borgo San Lorenzo, la de casa de Nicoletta, de los museos de arte renacentista y de las ciudades amuralladas. Las puertas tienen mucho que decir sobre sus casas, iglesias, portales, bibliotecas, hospitales, que maravilla de puertas que dan paso a las personas, protegen de los desconocidos, quitan el frío, dejan pasar la corriente en verano, ponen color a una casa triste, dan portazos para hacer saber que estamos enfadados, son testigos de muchas cosas y sobre todo me encantan cuando están abiertas.    


 


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